No es un estado de ánimo temporario ni algo para pasarse por alto.

Se trata de una enfermedad que debe ser asumida como tal y en la que intervienen factores biológicos, psíquicos y sociales.

Según la OMS afecta a 300 millones de personas en el mundo.

Las circunstancias de pandemia han agudizado esta realidad, provocando distintos trastornos y patologías que dañan la salud mental de un sector de la población que no puede recuperarse sin ayuda profesional (en especial, psicoanalistas y profesionales, complementándose de una red de contención centrada en los afectos).

En jóvenes de entre 15 y 29 años de edad representa la principal causa de muerte.

El #DíaMundialDeLaDepresión es hoy, 13 de enero, aunque debería también tenerse en cuenta durante cada jornada.

Desde organismos oficiales se busca concientizar sobre este asunto, tan subestimado e ignorado en ocasiones.

Las exigencias laborales, los entornos agresivos, las pérdidas irreparables, las frustraciones cotidianas y los estereotipos socioculturales, son parte de las causas que ocasionan esta enfermedad.

Si a todo ello le sumamos el perverso discurso de un sistema pensado en el consumo y el individualismo, para el cual cada persona es artífice y culpable de su propio destino, el desenlace puede ser tan nocivo como fatal.

En algún punto, la lógica que se impone sería tan cuestionada como la meritocracia: no pasa por medir fuerzas y ver cuanto más lejos llega cada individuo en una carrera contra personas en desigualdad de condiciones.

No debe ser una competencia contra el otro o contra sí mismo, como si la sociedad se rigiera por criterios darwinistas.

La depresión no es una absoluta cuestión de voluntad, con gente negada a «sentirse bien». Tampoco, un problema individual que no afecta al conjunto de la sociedad.

El tratamiento y la cura de la depresión nunca dependerá de fórmulas mágicas ni de falsas promesas de felicidad vendidas por los gurúes de la autoayuda, «coacheados» para hacer creer que los damnificados pueden recuperarse de la segregación ocasionada por esos mismos sectores que lucran con la vulnerabilidad ajena.

Prevenir y acompañar es un compromiso moral y colectivo.

Autor: AdrianoLH

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