Según la Organización Panamericana de la Salud sobre “Masculinidades y salud en la Región de las Américas”, uno de cada cinco hombres muere antes de los 50 años y muchas de las principales causas de muerte como las enfermedades cardíacas, la violencia interpersonal y los siniestros viales, están directamente relacionados con comportamientos “machistas” construidos socialmente. Por lo tanto, las expectativas sociales de los hombres para ser proveedores de sus familias, participar en conductas de riesgos, ser sexualmente dominantes y evitar discutir sus emociones o buscar ayuda—comportamientos comúnmente conocidos como “masculinidad tóxica”—, contribuyen a tasas más altas de suicidio, homicidio, adicciones y accidentes de tránsito, así como de enfermedades no transmisibles. De esta manera también, contribuyen a empeorar la calidad de vida de toda la comunidad generando situaciones de violencia intrafamiliar y lo que es un problema sumamente extendido que es la violencia contra las mujeres y disidencia.
“No debemos perder de vista el hecho de que las mujeres tienen riesgos diferenciales asociados con su condición de mujeres”, dijo Anna Coates, jefa de la oficina de Equidad, Género y Diversidad Cultural de la OPS. “Pero la socialización de los hombres también conduce a una amplia gama de problemas de salud que solo pueden abordarse a través de políticas, programas y servicios de salud receptivos que se centren en sus necesidades particulares”.

Construcciones sociales en torno a la masculinidad
Según el informe de la OPS, los roles, normas y prácticas de género impuestos socialmente a los hombres refuerzan la falta de autocuidado y el abandono de su propia salud física y mental.
Este concepto de masculinidad o “machismo”, como se lo conoce en las Américas, conlleva tres riesgos generales: riesgo para mujeres y niños, en forma de violencia, infecciones de transmisión sexual y falta de responsabilidad compartida en el hogar; riesgo para otros hombres, como accidentes, homicidios y otras violencias; y riesgo para uno mismo, en forma de suicidio, accidentes, alcoholismo y otras adicciones.
Esto no solo afecta la salud de los hombres, sino que también conduce a resultados negativos para las mujeres y los niños en términos de violencia interpersonal, infecciones de transmisión sexual, embarazo impuesto y paternidad ausente.
El informe también destaca que la discriminación en torno a la edad, el origen étnico, la pobreza, el estado laboral y la sexualidad agravan aún más estos resultados negativos para la salud de los hombres.
Diferencias en las causas de muerte entre hombres y mujeres
Las diferencias en la mortalidad masculina y femenina en las Américas comienzan a surgir alrededor de los 10 años y aumentan rápidamente a partir de los 15, cuando predominan entre los hombres las causas violentas de muerte, como homicidios, accidentes y suicidios. Como resultado, la tasa de mortalidad de los hombres jóvenes es aproximadamente 4 a 7 veces mayor que la de las mujeres jóvenes.
Si bien los datos globales para algunas causas de muerte, incluida la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), las infecciones de las vías respiratorias inferiores y la diabetes, siguen siendo similares entre hombres y mujeres, tres de las principales causas de muerte muestran variaciones significativas entre hombres y mujeres: homicidios (7: 1 relación hombre/ mujer, lo que significa que matan a siete hombres por cada mujer asesinada); lesiones en la carretera (3: 1); y cirrosis del hígado causada por el alcohol, que es dos veces más alta entre los hombres que entre las mujeres.
A partir de los 50 años, las enfermedades crónicas no transmisibles comienzan a afectar desproporcionadamente a los hombres, que tienen menos probabilidades de cuidarse a sí mismos o buscar atención médica temprana.
Como resultado, si bien hay más niños que niñas nacidos en el mundo (105 niños por cada 100 niñas), este número comienza a invertirse entre las edades de 30 y 40, y a la edad de 80, hay 190 mujeres por cada 100 hombres, dado que los hombres mueren a edades más tempranas.
Mirando al futuro
Para abordar los problemas relacionados con la socialización masculina y lograr la igualdad de género en la salud, las mujeres y los hombres necesitan acceso a servicios de salud que tengan en cuenta sus necesidades particulares.
El informe llama a los países a implementar nueve recomendaciones para ayudar a mejorar la salud de los hombres:
Mejorar, sistematizar y difundir datos sobre masculinidades y salud.
Desarrollar políticas públicas y programas de salud para prevenir y abordar los principales problemas que afectan a los hombres a lo largo de la vida.
Eliminar las barreras que impiden que los niños y los hombres accedan a la atención.
Desarrollar iniciativas intersectoriales que incorporen la salud en todas las políticas, particularmente en educación con perspectiva de género.
Promover prácticas de salud positivas ya existentes en las que los hombres puedan participar.
Garantizar la participación de todas las comunidades (incluidos hombres, mujeres y comunidades LGBTI+).
Promover la creación de capacidades sobre género y masculinidades para los trabajadores del sector de la salud.
Fortalecer los programas de prevención y promoción de la salud dirigidos a niños y jóvenes.
Garantizar que las instituciones, incluido el sector de la salud, las universidades y la sociedad civil, se centran en prevenir el impacto y los costos de las masculinidades rígidas/ tóxicas.

FuenteInforme de la OPS
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