El músico, creador de influyentes bandas como Los Visitantes y Don Cornelio, falleció imprevistamente este jueves, tras desvanecerse mientras caminaba por la avenida Díaz Vélez, en el barrio porteño de Caballito.

Palo Pandolfo, trovador rockero de alto vuelo y fortísima influencia estética en la escena local a partir de liderar proyectos como Don Cornelio y la Zona y Los Visitantes, murió súbitamente este jueves a los 56 años en una calle del barrio porteño de Caballito.

Con esos dos grupos Palo tuvo voz propia y referencial en el rock de los ’80 y ’90 y ese legado trascendió larga y hondamente más allá de la popularidad ocasional de esos repertorios ya que marcaron una huella creativa dentro de la música argentina.

Pandolfo fue un compositor y poeta capaz de dotar de nuevos sentidos a la canción rockera y su aporte -más o menos palpable- es una referencia ineludible de la música popular argentina de las últimas cuatro décadas.

El artista nacido como Roberto Pandolfo el 22 de noviembre de 1964 en el barrio de Flores, tuvo tempranamente clara su ligazón con el rock y en su secundaria técnica Ingeniero Huergo encabezó a guitarra y voz el grupo juvenil Sempiterno.

Archivo de Télam

Apenas un año después de aquella experiencia iniciática, dio impulso a Don Cornelio y la Zona junto a Alejandro Varela (guitarra), Claudio Fernández (batería), Federico Ghazarossian (bajo), Fernando Colombo (saxo) y Daniel Gorostegui (teclados), inaugurando una embriagadora síntesis entre el final del sonido punk y el acento criollo.

Solo dos discos (el primero homónimo, de 1987 y con producción de Andrés Calamaro; y luego “Patria o muerte”, de 1988), regalaron piezas que marcaron rumbos sonoros y poéticos.

Además del hit “Ella vendrá”, “Tazas de té chino”, “El rosario en el muro”, “Espirales”, “Patearte hasta la muerte”, “Luna de fuego”, “Cabeza de platino” y “Tarado y negro”, construyeron un ideario posible para la nueva música afirmada en esta parte del mundo, toda una declaración de principios que le valió ser elegido como número de apertura de Iggy Pop en el estadio Obras.

“Fuimos psicobolches reconvenidos en modernos de un día para el otro lo que duró un año, el 1984; en 1985 éramos románticos, en el 86 ya éramos dark, en el 87 y 88 post punk y en el 89 ya no se sabe qué carajo éramos porque perdimos totalmente el norte”, repasó Pandolfo en charla con Télam en abril de 2015.

Ella Vendrá, de Don Cornelio en versión con La Hermandad

La separación de la banda no puso en crisis la vena creativa e inconforme de Palo que manteniendo únicamente al bajista Gahzarossian (en relación a la formación de Don Cornelio), alumbró otra experiencia sonora con Los Visitantes.

En una formación de octeto, la agrupación marcó para el músico su primera experiencia en relación a ritmos vinculados con el folclore y también con lo latinoamericano, aunque su primer suceso, “Playas oscuras”, registrado en “Salud universal” (1993), pareció ser una herencia musical de la anterior banda.

Ya con “Espiritango”, otra vez con producción de Calamaro, el conjunto empezó a mostrar esa otra vasta vertiente de colores locales y regionales, una experiencia que tuvo su punto cúlmine con “Maderita” (1996) a partir de canciones de alto impacto como “Estaré”, “Tapa de los sesos” y “Bip bap um dera” en las que su líder fundó un estilo impostado para cantarlas.

Con Los Visitantes

Con cambios de formación incluidos, Los Visitantes cumplieron una década de actividad (publicando en ese período “Desequilibrio” y “Herdio de distancias”) y Palo inició su tránsito solista en 2001 con “A través de los sueños”.

En solitario también publicó “Antojo” (donde reversionó a Radiohead, David Bowie, Mano Negra, Spinetta, Calamaro y Los Visitantes) con invitados como Richard Coleman, Charly Garcia, Colombo, Los Súper Ratones, Adrian Dargelos, Juanchi Baleiron, Juan Subirá, Fabian Von Quintiero, Ariel Minimal y Gringui Herrera.

Y luego, al frente de un grupo que denominó El Ritual lanza “Ritual criollo” donde su abanico incluye la canción, la cumbia, el tango, el cuarteto y el rock en comunión con Lidia Borda, Peteco Carabajal, Tito Losavio, Lisandro Aristimuño, Pablo Gignoli, Santiago Fernández, Gustavo Senmartin y Rodrigo Guerra, entre más.

En busca de compañías estables para llevar adelante sus canciones, dio forma a un nuevo grupo, La Hermandad, con el que hasta 2019 registró “Esto es un abrazo”, “Transformación” y tres ediciones de “El vuelo del dragón” donde repasó su historia.

Trailer documental “Transformación”

Una buena manera de apreciar sus procesos creativos pudo apreciarse en el documental “Transformación” (2018) donde Iván Wolovik visita esa intimidad de Pandolfo al momento de encarar un disco.

“Aquí lo que pasó es que había una reflexión sobre el pasado, pero mirando hacia adelante. Hay pocos registros de un referente del rock en su gran etapa creativa y dando un gran salto”, dijo Wolovik a Télam en febrero de 2018.

Palo cultivó, además, una faceta mediática con programas musicales en canal Encuentro (poniendo la voz en off para el ciclo de documentales “Quizás Porqué” sobre el rock argentino) y en Radio de la Ciudad (“Pensamiento Libre”, los martes a las 21).

Hace dos semanas, había publicado el single “Tu amor”, un dúo con Santiago Motorizado que junto a “El alma partida” conformaban los anticipos de un próximo álbum.

Su último registro con Santiago Motorizado

Pero este jueves a las 14.25 mientras caminaba por la avenida Díaz Vélez al 5200, Pandolfo se desvaneció y ni la llegada de una ambulancia del SAME ni la intervención de profesionales del Hospital Durand pudieron evitar su fallecimiento una hora más tarde, dejando en estado de estupefacción a toda la cultura nacional.

“Mi arma es la canción”

El andar incesante y creativo de Palo Pandolfo por diversas maneras de expresarse y hacer música, tuvo presencia en entrevistas realizadas por Télam, de las que aquí extraemos algunas de sus reflexiones.

En abril de 2020 en plena pandemia: “Nosotros vivimos de la música en vivo, generalmente uno llega a marzo con una mano atrás y otra adelante. Yo no soy un artista de festivales de verano y si bien este enero trabajé como nunca en toda la Argentina, con tres hijos -una en la universidad, otra en el secundario y otro en el primario- llegué a marzo al día. Tenía un marzo soñado con una gira solista por Rosario, San Pedro, Colón y provincia de Buenos Aires, y un show con mi banda La Hermandad en el Día de la Memoria en Mendoza. Pero todo se cayó por esta crisis global y aunque acepto la palabra pandemia con dolor y con resignación, de alguna manera estoy desesperado. Estuve un par de días algo deprimido, confieso, algo que no me pasó por décadas pero fui levantando gracias a la naturaleza misma del espíritu humano. Confiemos en la unidad de razas, cuanto más podamos mezclarnos las razas más fuertes seremos, eso se llama ecohumanismo”.

En enero de 2020: “Hasta hora hace 40 años que toco y empecé en dictadura y me he cuidado el orto porque conviví con el terrorismo civil. Era un hippie en el 78, 79, 80, viví contra la pared. Soy como Charly García en ese sentido, siempre hablamos en metáfora, y yo siempre en notas fui elíptico. Decidí que estaba harto porque el macrismo me hinchó las pelotas y me sentí ofendido y humillado como ciudadano”.

En julio de 2016: “Yo creo que la música viene librando una guerra de varios siglos contra el materialismo. Y también contra el miedo. Por miedo cerramos las puertas con llaves y salimos a la calle a matar al otro, por las dudas. Entonces, la música es un medio de liberación contra el miedo. En vez de salir a matar, cantás una canción y te liberás.”

En junio de 2013: “Me encanta porque ahora tengo amigos pares en la nueva vanguardia, yo soy el hermano mayor, me adoran y me siento comprendido y contenido. Es donde abreva el nuevo rock argentino, con una mirada puesta en los ritmos ancestrales, en lo rioplatense argentino y latinoamericano que es la antítesis de los 90, época en la que todo el mundo quería parecerse a Los Ramones, a Los Ratones, y después estaba la resaca del rock del aguante, de todas las bandas stones. Considero que ahora, en esa multiplicidad, hay calidad, hay variedad y eso me parece interesante”.

Y también: “Me había convertido en una persona despreciable que bebía mucho y se burlada de todo el mundo con mucha soberbia.
Yo quería más rock and roll, quería más violencia, problemas y cosas raras, pero ahora recuperé la humildad”.

En agosto de 2008: “Ser líder lo he sido siempre, sin querer, pero lo natural me pasó por encima y lo único que queda son los duraznos al natural. No es fácil ser solista y ser la cabeza porque el ego te puede jugar una mala pasada, pero es distinto cuando lo hacés sumando voluntades para ir hacia adelante. Es tan importante que el plomo esté bien como que lo esté uno, sino se va todo al carajo”.

En septiembre de 2002: “Mi arma es la canción. Mi guerra pasa por saber que si yo tengo que trabajar en una fiambrería no dejaré de hacer temas. La canción es mi arma más natural con la cual pretendo y creo que puedo dar una pequeña luz al oyente”.

FuenteTélam
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