Además de las redes sociales, hoy en día existen aplicaciones para solucionar casi cualquier cosa. Muchísimas de ellas se pueden obtener de manera gratuita, solo necesitas tener acceso a Internet.
Tal vez crees que el problema son las redes sociales, subir selfies y publicar lo que nos gusta y disgusta, que todo lo hacemos de manera voluntaria y que si no quisiéramos, no estaríamos regalando nuestros datos. Pero va más allá de eso. Lo que comenzó como un método de búsqueda se convirtió en un mapa que registra nuestros movimientos, sentimientos e intereses.
Si sales de tu casa, lo más probable es que Google lo sepa. Ellos saben a dónde vamos, cuánto tardamos en llegar y cada cuánto visitamos dicho lugar. Si subís una selfie en Instagram, ellos saben con quién estás y cómo te sientes, e incluso si no la subes pueden determinar que algo pasó ese día para que no lo hicieras.
De esta forma las grandes compañías pueden crear un perfil detallado de nosotros, que usan para enviarnos publicidad, arrastrarnos a sitios en los cuáles gastar o motivarnos a seguir compartiendo información. Este perfil es tan preciso que Facebook ha logrado determinar si sus usuarios tienen depresión, y empresas de compras en línea han determinado el embarazo de distintas mujeres incluso antes de que estas se lo cuenten a sus parejas.
Distintos casos de público conocimiento han puesto de manifiesto que nada es tan bueno como parece. Pues lo que parece gratis, en realidad se paga con información personal.
Que una empresa determine con precisión si sufres de depresión puede ser bueno. De hecho, esos estudios se han realizado para ayudar a futuras víctimas de esta enfermedad. Pero, ¿qué pasaría si esa información cayera en manos equivocadas? Tal vez las empresas farmacéuticas nos ofrecerían ciertas medicinas engañosas, o podrían intentar vendernos productos innecesarios.
La información es poder y en este momento, le estamos dando el poder a unas cuantas empresas que están creciendo a pasos acelerados y no tienen idea del peligro que tienen en sus bases de datos. La privacidad siempre ha sido un lujo, pero en la era de la democratización de la información, es necesario poner un alto al intercambio de datos de usuarios de manera irresponsable.
Tal vez creamos que no es relevante, pero si no hacemos algo al respecto, mientras más tiempo pase, menos control tendremos sobre la información que se recopila de nosotros.

FuenteThe New York Times
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