Los estudiantes que viven en hogares con mayores ingresos en Argentina tienen, al menos, una computadora por casa, mientras que esta situación sólo se da en el 40 por ciento de aquellas familias con menos recursos, desigualdad que se repite en el resto de Latinoamérica y muestra cómo la obligada virtualización de la educación profundizó la brecha de inclusión digital, según un informe presentado por el PNUD.

El informe “Argentina: Inclusión Digital y Desarrollo Humano”, difundido de manera virtual por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, precisó este dato acerca del acceso a dispositivos digitales en distintos países de la región para los que estableció una diferencia entre los hogares de acuerdo a sus ingresos económicos: quintín inferior o quintín superior.

La investigación precisó que “la cobertura de teléfonos celulares con internet en Argentina es alta en términos regionales incluso considerando la brecha” entre los ingresos económicos de los hogares, ya que en aquellos de mayores recursos todos afirmaron tener al menos un celular con internet en el grupo familiar y en los de menores recursos el número se redujo al 80 por ciento.

En el marco de un aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) por el que se tuvo que reemplazar la educación presencial por una virtual, esta desigualdad en el acceso a los dispositivos digitales que se replica en toda la región, profundiza la brecha entre la calidad de educación que ya presentaba “indicadores de desempeño educativo muy rezagados respecto de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)”, dice el informe.

“La pandemia ha significado la mayor irrupción de la asistencia escolar en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial, mucha gente ha tenido que restringir al máximo la salida de sus casas y, por ende, también al trabajo, a la escuela e incluso atenderse la salud”, precisó durante la presentación René Mauricio Valdés, Representante Residente del PNUD en Argentina.

“El futuro es digital, la tecnología presenta muchas oportunidades para avanzar en cosas como educación y salud, como la telemedicina, ofrece soluciones prácticas importantes para quienes tienen acceso a ella, pero si no se tiene acceso se pueden generar muchas brechas o inequidades”, afirmó el funcionario.

Asimismo, aseveró que “si hoy se estuviera negociando la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Inclusión Digital sería el ODS (objetivo de desarrollo sostenible) número 18”, enfatizando así en la importancia de lograr igualdad en la conectividad, dispositivos digitales y conocimientos para el manejo de los mismos.

Valdés apuntó también a la necesidad de regular las plataformas y sostuvo que “los activos bienes más valiosos son los datos, la información, el conocimiento es la mercadería que más se comercia hoy”.

Además de lograr una equidad en cuanto a la inclusión digital, Valdés afirmó que hay “mucha gente” que se sumó a la virtualidad y para los que esto “es un campo nuevo” y que “hay que pensar cómo regular para evitar el monopolio, oligopolio y cómo cuidar la privacidad de tus datos”.

Por su parte, Maria laura Alzúa, una de las investigadoras principales del estudio, afirmó que “en términos generales” en materia de Inclusión Digital “la situación más crítica se está dando en América Latina porque es la región en donde todavía hay mayor problemas para la revinculación de los estudiantes con algún nivel de presencialidad” y esto sucede “dado el cierre físico de las escuelas y las trabas e imposibilidad de muchas instituciones de poder reabrir con los protocolos necesarios”.

Para ejemplificar, citó un estudio realizado “recientemente que afirma que el 50 por ciento de las escuelas públicas del AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) no tienen cloacas, el 20 por ciento no tiene agua corriente, entonces, se dificulta la presencialidad”.

La disponibilidad de recursos para el aprendizaje remoto requiere también del acompañamiento de los padres para poder aprender en el hogar y el estudio muestra el Índice de Acompañamiento Emocional Parental (IAP) para el sostenimiento de las actividades educativas en 9 países de América Latina y el Caribe en relación al promedio de los países de la OCDE.

En Argentina, el IAP presenta valores negativos que se ubican por debajo del promedio, al analizarse este índice quintil de ingreso, y el país presenta nuevamente una marcada desigualdad “entre el valor del quintil más bajo (fuertemente negativo) y el del quintil más alto, que se ubica por encima de los países con alto desarrollo”, precisó la investigación.

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