Dos integrantes del cuerpo de guardaparques de la Administración de Parques Nacionales (APN) viajarán este verano hacia la base Orcadas para sumar su experiencia, en trabajos de campo, a distintas investigaciones científicas que se desarrollan en ese sector del territorio antártico argentino.

Fernando Morosini, guardaparque de la seccional Tronador del Parque Nacional Nahuel Huapi y Facundo Alcalde, del Parque Nacional Iguazú, fueron seleccionados por su experiencia de campo y antecedentes académicos para asistir durante todo 2022 a las tareas científicas que se desarrollan desde Base Orcadas.

Argentina es el único país que envía guardaparques a la Antártida, una iniciativa desarrollada desde hace más de 30 años por la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y la APN, que aprovecha la experiencia y los conocimientos de profesionales acostumbrados a colaborar con investigaciones en ambientes de difícil acceso, para sostener tareas científicas en el hostil ambiente antártico.

“Los guardaparques, alguna vez en nuestra carrera, pasamos por algún destino solitario y alejado de todo, por lo que de alguna manera nos vamos preparando para estas cosas, además en nuestra profesión la posibilidad de cumplir servicio en la Antártida es una de las cosas más importantes a las que podemos aspirar”Fernando Morosini, guardaparque del Parque Nacional Nahuel Huapi

Morosini afirmó a Télam: “Desde que comencé mi carrera como guardaparques, hace 18 años, escuchaba las historias de los que habían ido a Orcadas; en esta profesión hace falta tener un espíritu inquieto y cuando se lanzó la convocatoria y me enteré que podía participar, no lo dudé”.

“La APN saca todos los años una convocatoria interna en la que cada candidato presenta una carpeta con sus antecedentes, experiencia y formación académica entre otras cosas. A cada ítem se le asigna un puntaje y los dos más altos son seleccionados; después, de todas maneras, hay que pasar por las pruebas médicas y psicológicas que afrontan todos los que tienen que pasar un año completo en la Antártida”, detalló.

“Mi compañera de vida, que también es guardaparque, ya había pasado por esta experiencia durante el 2018 y a mí me había tocado vivirla desde acá; los guardaparques, alguna vez en nuestra carrera, pasamos por algún destino solitario y alejado de todo, por lo que de alguna manera nos vamos preparando para estas cosas, además en nuestra profesión la posibilidad de cumplir servicio en la Antártida es una de las cosas más importantes a las que podemos aspirar”, añadió.

Foto Juan Garro Guardaparques APN

Foto: Juan Garro – Guardaparques APN

Morosini consideró que “el Instituto Antártico Argentino (IAA) pide el apoyo de guardaparques porque nuestra formación implica cierto grado de autodisciplina, destreza para manejarse en terrenos hostiles y experiencia en investigaciones de campo; a lo largo de todo un año somos las manos y ojos de los científicos a la hora de recoger muestras y realizar el mantenimiento de equipos y sensores instalados allí”.

“Antes de viajar mantenemos reuniones con los científicos responsables de cada una de las investigaciones con las que vamos a colaborar, recibimos y estudiamos un manual que describe detalladamente cada uno de los trabajos y también nos comunicamos con los guardaparques que ya están allí para que nos cuenten cómo se desarrollan las actividades y con qué escenario nos vamos a encontrar”, indicó.

Entre agosto y mayo se concentran la mayoría de los trabajos de campo: por ejemplo, anualmente se pesan en cada base 1.600 pingüinos adelia y barbijo entre adultos y pichones, al comienzo y al final de la temporada de reproducción; se obtienen muestras de contenido estomacal para determinar variaciones en la dieta que, comparadas con muestras de años anteriores, permiten detectar cambios en las poblaciones de krill, un pequeño crustáceo que habita las aguas antárticas.

Por medio de conteo de nidos e individuos en sectores de las pingüineras, marcadas desde 1988, se pueden establecer tendencias poblacionales de estas especies y compararlas con resultados de otras bases argentinas, así como de otros miembros de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos.

También se toman muestras de fecas para analizar la dieta de las focas de Weddell y se efectúa un censo de población de estas y otros mamíferos marinos.

Semana a semana, y durante todo el año, se realizan censos de aves voladoras y mamíferos; el volumen de muestras y la cantidad de datos acumulados durante el año hacen que se ocupen algunas horas del día para procesar, envasar y congelar las muestras y asentar los datos en planillas.

Anualmente se pesan en cada base 1600 pinginos entre adultos y pichones al comienzo y al final de la temporada de reproduccin

Anualmente se pesan en cada base 1.600 pingüinos entre adultos y pichones, al comienzo y al final de la temporada de reproducción.

Con respecto a los trabajos de geofísica, los mismos se concentran en actividades de gabinete que consisten en controlar diariamente el normal funcionamiento de los equipos y realizar copias de seguridad de los datos periódicamente.

Desde el gabinete de geofísica se registran los datos del sismógrafo perteneciente al Instituto de Oceanografía y Geofísica Experimental (OGS) de Trieste, Italia, y del receptor del sistema de posicionamiento global (GPS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Memphis, Estados Unidos; estos organismos extranjeros tienen convenios con el IAA y realizan estudios similares en otras bases argentinas.

La estación sismológica forma parte de una red mundial y la OGS, a través de convenios con la DNA y el Conicet, opera estaciones similares en las bases Carlini y Esperanza, en el Parque Nacional Tierra del Fuego y en Río Grande, Tierra del Fuego; el análisis de los datos obtenidos sirve para interpretar detalles de la dinámica de la tectónica de placas, que originan los movimientos sísmicos.

El proyecto de geodesia, también relacionado al movimiento de las placas continentales, apunta a medir en forma muy precisa la deriva a la que está sometida la Isla Laurie y todo el archipiélago de las Orcadas; también funcionan estaciones en la Base Carlini y en el Parque Nacional Lihué Calel, en La Pampa.

Foto Juan Garro Guardaparques APN

Foto: Juan Garro – Guardaparques APN

Finalmente, Morosini destacó: “como guardaparques aprendemos que hay que cuidarse proporcionalmente a cuán lejos estamos de la posibilidad de recibir auxilio, la base Orcadas está en una isla con terreno escarpado y cubierto de glaciares; tenemos que ir sabiendo cómo moverse en ese entorno, llevando crampones para el calzado y también esquíes, para cuando la bahía se congela; además tenemos que saber movernos con las lanchas y estar alertas a todo el entorno cada vez que salimos a un trabajo de campo”.

Fue el perito Francisco Pascasio Moreno, impulsor de los Parques Nacionales, quien a fines de 1903, luego de insistir en la importancia científica y política de instalar un observatorio meteorológico y geomagnético en la Isla Laurie, del archipiélago de las Islas Orcadas del Sur, logró que se firmara un decreto a partir del cual se creó el “Observatorio Meteorológico y Geomagnético de las Islas Orcadas del Sur” y se envió a la primera dotación argentina, que tomó posesión del observatorio el 22 de febrero de 1904.

FuenteTélam
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