Un grupo de investigadores cordobeses del CONICET y voluntarios participarán del proyecto denominado Czekalinski, el cual consiste en que un grupo de 6 personas se alimentarán durante seis meses sólo con alimentos de la Canasta Básica familiar, otro grupo de 6 personas con similares características corporales, comerán según las indicaciones de la Guía Alimentaria para la Población Argentina (GAPA) elaborada en el año 2019 y, por último, un grupo de seis continuarán con sus hábitos alimenticios.

El objetivo principal es abolir la Canasta Básica Alimentaria y reemplazarla por las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) de la Secretaría de la Nación, y que la medición de la pobreza sea multidimensional, tal como se realiza en México y Chile.

Martín Maldonado, Dr. en Ciencia Política, investigador de CONICET y especialista en inclusión social, explicó en una entrevista televisiva para el programa “Buenos días América”, que las razones del proyecto eran indagar sobre aspectos invisibilizados por años sobre la Canasta Familiar Básica y contó que “fue creada en el año 1985, por primera vez y se implementó en 1989 y después tuvo mínimas actualizaciones. Es la medida central para medir la pobreza en Argentina y nunca nadie usó el “termómetro” de comer la canasta básica”. Su costo durante el mes de junio ascendió a $ 31.934,44 y aumentó 2,9% respecto a un año antes, según lo informó el INDEC.

La Canasta Básica Alimentaria de la Región Pampeana está compuesta por 58 alimentos que proveen 2.700 calorías diarias a un adulto de 30 a 59 años, una cifra alta, teniendo en cuenta los índices de obesidad. Son los productos más baratos disponibles en bocas de venta minorista. Tiene mucha papa, fideos, pan y arroz. Pocas carnes, cereales y frutas. Según Maldonado “Nunca nadie experimentó qué pasaría si una persona come esos alimentos durante un tiempo prolongado”.

El proyecto no es sólo nutricional, “Es muy llamativo. Los resultados son múltiples: vamos a ver si la canasta alimenta bien, si es positiva. Los gobiernos no lo quieren actualizar, porque lógicamente la canasta saludable sería más cara que la básica, con lo cual se duplicaría la cantidad de gente por debajo del índice de indigencia y crecería notablemente la gente en condición de pobreza, esta medición es obsoleta”, explicó el investigador.

“Por otra parte, hay una pobreza simbólica que no se mide y que tenemos que empezar a mensurar de alguna manera. El acceso a una vivienda, el hacinamiento, tener agua potable, entre otros. En definitiva, queremos que la pobreza se mida multidimensionalmente”, concluyó el científico.

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