Cuando a fines del siglo XV, Europa llegó sin saber al territorio que luego sería conocido como América, el orden del mundo cambiaba para siempre.

Decía el filósofo recientemente fallecido José Pablo Feinmann, que aquella expedición de Colón y sus carabelas daba origen al capitalismo, un sistema económico caracterizado por la aceleración del tiempo, la acumulación de las riquezas y la distribución geográfica entre centro y periferia. Los pudientes y los pobres quedaron separados por una polarización cada vez más pronunciada, que generó exclusión social, violencia y profundos daños al planeta.

Desde entonces, la complejidad de esa estructura se perfeccionó, operando entre las sombras desde un poder invisible, que no tiene rostro sino que lleva la firma de empresas encargadas de explotar a los grupos más vulnerables de la humanidad.

Lo que nunca ha cambiado es la perversidad del poder. Desde Platón a Maquiavelo, pasando por Hobbes, Kant y Arendt, la denuncia se sostiene: el gobernante está más ocupado en su interés individual y no en el bien común.

Por estas horas, Chubut vive momentos de alta tensión, que traen reminiscencias de los peores escenarios de la democracia reciente, justo cuando se están cumpliendo 20 años del estallido nacional de 2001.

Los dirigentes que conducen la provincia incurrieron en una canallada imperdonable: sesionaron sorpresivamente en la Legislatura de Rawson para aprobar por 14 votos contra 11, el proyecto de permitir la minería a cielo abierto en las zonas de la meseta que componen las localidades de Telsen y Gastre.

Lo hicieron apoyados por representantes del Frente de Todos y sin atender a las objeciones de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y científicos de CONICET, que vienen alertando sobre la inviabilidad de un proyecto consistente en explotar la tierra, contaminar el agua de un lugar donde escasea y enfermar a una población que estará condenada a beber veneno.

Los jerarcas de Pan American Silver cuentan con la venia del FMI, que ahorca a los gobiernos endeudados mientras los medios hegemónicos locales ponen el eje en los desmanes causados por un «movimiento antiminero», como si ello justificara reprimir. No tienen vergüenza.

Días después, algo cambió.

En un mundo dominando por las grandes empresas -aún más poderosas que los países industrializados donde se originan-, todavía queda un margen de libertad.

Una tregua.

Un oasis.

Una contraofensiva para decir que no.

El gobierno de Chubut dio marcha atrás en su traición de legislar de espaldas al interés colectivo. 

Puso en pausa su proyecto de pactar con Pan American Silver a los fines de hacer estallar los suelos de la provincia para extraer plata, plomo y cobre, a costa de contaminar un agua que ya no se ha de beber.

Cercadas por una población indignada, las autoridades son las causantes de una violencia que no cesa.

Ninguna crisis surge de un día a otro.

Hace rato que en Chubut, el Estado maltrata a sus habitantes vulnerando sus derechos.

La paz social se restituye con decisiones capaces de cuidar a la ciudadanía y no con maneras solapadas de ejercer un poder egoísta operando entre las sombras.

Si no fuera por gran parte del pueblo con conciencia ambientalista que se opuso a la megaminería, hoy Chubut estaría sometido a los magnates que asesinan a las patrias más humildes recurriendo a sus obsecuentes y oportunistas sicarios de turno.

Autor: AdrianoLH

Foto: Fotografía: Luan Colectiva de Acción Fotográfica

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