Durante el tercer trimestre de este año, se sumaron 2,8 millones de nuevos pobres, es decir el  40,8% de la población, según la última medición del Observatorio de Deuda Social de la UCA. Es el pico  más alto de la década y una de las variables es un dato alarmante que nos deja la gestión de Mauricio Macri, una cifra que no coincide con el 35,4% que marcó el INDEC para el primer semestre del año.

Esta situación está directamente ligada a las políticas económicas que originaron la crisis económica, que generaron devaluación del peso, una inflación que terminará el año en torno al 54%, caída del salario real y la recesión que llevó al cierre de fábricas y PYMES a los largo de todo el país, y que se sintió profundamente en Tierra del Fuego.

El trabajo de la UCA también analizó pobreza e indigencia monetaria según estrato socio ocupacional, regiones urbanas y grupos etarios. Bajo esas variables el nuevo índice mostró varias novedades como un fuerte crecimiento de la pobreza en las clases medias no profesionales. El aumento de la pobreza en la clase media se incrementó en los dos últimos años: en 2017 fue de 4,9%, en 2018 marcó 8,1% y en este año casi se duplicó al alcanzar 14,2%, un número que explica el aumento de la cantidad de pobres en el país.

Las estadísticas que muestran los especialistas de la UCA, dejan ver cómo han sido afectados  la niñez y los jóvenes que son la población más vulnerable. En líneas generales impacta más fuertemente a los niños y adolescentes de 0-17 años y a los jóvenes de 18 a 29 años, y en menor medida a la población de 60 años. La medición arroja que durante el tercer trimestre el 59,5% de los niños/as y adolescentes viven en hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza.

Por otra parte, la indigencia pasó de 6,1% a 8,9%, es decir que en Argentina afecta a 3,6 millones de personas y afecta con más intensidad a los segmentos sociales de la clase trabajadora marginal. Además el informe explica que hubo un fuerte aumento de la indigencia en el segmento obreros y empleados pasando de 4,5% a 8,5%, lo que puede inferirse que son personas con trabajo con sueldos muy bajos, que quedan en este segmento.

La indigencia afecta también a niños y adolescentes de 0-17 años y a los jóvenes de 18 a 29 años. Según el trabajo de la UCA, el 14,8% de los niños y adolescentes viven en hogares con ingresos por debajo de la línea de indigencia.

 

Según estas últimas mediciones la inseguridad alimentaria, alcanza al 22% de la población, es decir, que 1 de cada cinco personas no se está alimentando bien y un 9,4% directamente pasa hambre. 

La coyuntura socioeconómica del país ha contribuido a que crezca la pobreza estructural. Según Agustín Salvia, director del ODSA, si “la Argentina crece a un 3% anual sistemático, recién en el año 2040 llegaríamos a bajar los niveles de pobreza  entre 15% y 20%” por lo que se necesita mucho tiempo para lograr un descenso real.

 

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